Anteriormente hablábamos de algunos retos infoactivistas para defensorxs del derecho a la diversidad sexual:
- Entender y aceptar que los procesos de cambio toman su tiempo y que ningún proceso de incidencia abarca todo lo que es necesario cambiar.
- Saber elegir el segmento de población a quién queremos hablarle de acuerdo al objetivo que buscamos.
- Saber entender en qué objetivo queremos enfocarnos en un momento y lugar específicos, pues los contextos y necesidades varían y no siempre son lineales.
Quizás a primera vista estos tres retos parezcan un poco abstractos. Partiendo de esto, en este post queremos reflexionar más sobre cómo se ven estos retos y qué podemos hacer para afrontarlos. Alerta de spoiler: necesitamos mayores esfuerzos en comunicación estratégica.
Lo urgente no deja tiempo para lo importante
Una característica del activismo LGBTTTIQ+ en contextos latinoamericanos (y quizás varios otros) es que las organizaciones en su conjunto dedican una parte importante de sus esfuerzos a resolver un enorme abanico de necesidades inmediatas y urgentes de estas poblaciones. Otra parte importante de estos activismos se enfoca en trabajar aspectos didácticos con personas de la diversidad sexual, sus familias y entornos inmediatos, con el fin de generar espacios más inclusivos. También existen organizaciones que se orientan a la incidencia en política pública y a lograr leyes más armónicas con los derechos humanos de las personas LGBTTTIQ+
Todas estas actividades son muy necesarias y algunas de ellas son de vida o muerte para muchas personas. Pero hay un aspecto igualmente importante que, ante la urgencia de resolver otras necesidades, queda un poco abandonado: cómo reeducar y comunicar en pro de los derechos y libertades LGBTTTIQ+, de una forma eficaz, sensible y trascendente, es decir: la comunicación estratégica.
La apuesta por los cambios legislativos y la incidencia en políticas públicas ha tenido avances significativos, pero también han surgido grupos activamente organizados para impedir estos cambios: los grupos antiderechos. Una característica de estos grupos es que, además de copiar varias de las formas de incidencia de los activismos LGBTTTIQ+ y feministas, también han apostado por dedicar una parte importante de sus esfuerzos en tratar de persuadir a los distintos tipos de audiencias sobre los supuestos efectos nocivos de abrazar la diversidad sexual como parte de una sociedad democrática, haciendo uso de los prejuicios arraigados en la sociedad. Y, hasta cierto punto, han logrado avances (retrocesos, más bien) importantes.
Por ello, el reto que proponemos para los activismos LGBTTTIQ+ es apostar por estrategias que integren a la comunicación como un elemento estratégico para la incidencia en lugar de verla de manera accesoria o paralela a “la incidencia de verdad”, ya que una buena estrategia de comunicación (que considere análisis de audiencias, diseño estratégico de mensajes, medición de impacto, etc.) es capaz de generar frutos en el mediano y largo plazo, especialmente en lo que se refiere a persuadir audiencias aún no convencidas. Si no hacemos el esfuerzo por generar una comunicación constante que busque conectar y ganar audiencias, grupos contrarios lo harán y eso podría traducirse en retrocesos sociales e incluso jurídicos y con ello traer un incremento en la carga de problemáticas urgentes y necesarias que día a día atienden las organizaciones LGBTTTIQ+. Aunque los resultados no sean inmediatos, una comunicación enfocada en ganar legitimidad es tan necesaria como la incidencia el leyes y políticas públicas.
La necesidad de romper la cámara de eco nos obliga planear más
Este tema es complicado, así que la mejor manera de explicarlo es con un caso de la videa real.
Por estos días en México se dió una polémica muy intensa a partir de que el organismo federal encargado de combatir la discriminación (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación o CONAPRED) organizó un foro sobre racismo al que invitó a diferentes personalidades mediáticas, incluyendo a un comediante con un amplísimo historial de discursos racistas y discriminatorios. Esto, viniendo de dicha institución, encendió una polémica que se extendió por días en los TT mexicanos, donde montones de activistas y organizaciones salieron a condenar que la institución le otorgara un espacio tan importante a una persona con tantos antecedentes recientes de actitudes racistas y discriminatorias.
Eventualmente el problema escaló de quejas y reacciones en redes sociales hasta llegar a ser una disputa política e institucional, debido a que el mencionado comediante tenía, entre su amplio historial de conductas discriminatorias, el haber iniciado una campaña de bullying racista contra el hijo menor de edad del Presidente. El reclamo público de la madre del niño por la organización del foro desató una segunda oleada de críticas, que pronto fueron secundadas por el Presidente mismo en su conferencia matutina. En este punto cabe decir que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) depende, al menos políticamente, de la Secretaría de Gobernación y esta a su vez depende la oficina de Presidencia. La institución acabó por ceder y cancelar el evento, luego de que por primera vez en mucho tiempo, una iniciativa de comunicación salida de la institución lograra generar reacciones intensas por parte de distintas audiencias, detonado conversación orgánica en redes sociales y generado expectativas (así fuera de cancelación) sobre un evento organizado por CONAPRED. Si tuviéramos que describir la comunicación de CONAPRED antes de esta coyuntura, en poquísimas palabras, sería algo así como: Comunicación institucional para la cámara de eco. Muy correcta, pero que no resuena más allá de las personas ya convencidas.
El escándalo (cuyos ecos perduran hasta el momento de publicar estas líneas) siguió aún después de cancelado el evento: el comediante salió a declararse ante sus seguidores como una víctima de censura, montones de usuarixs en redes sociales le respondieron con explicaciones sobre por qué no es censura el quitarle plataforma a quienes profieren discursos racistas. Por su lado, el Presidente hizo una muy desafortunada declaración en su conferencia matutina al referirse a la labor que realiza el CONAPRED y amagó con desaparecerlo, Secretaría de Gobernación pidió la renuncia de la titular del organismo, lo que a su vez provocó la renuncia de miembros del Consejo Consultivo de la institución, periodistas y activistas con años de lucha contra la discriminación. A esto se sumó después la disculpa del comediante y el anuncio de la cancelación de su programa por parte de la plataforma HBO y el posterior hackeo del sitio web del mismo por parte de Anonymous Iberoamérica.
Al final, algo rescatable de toda esa cascada de sucesos es que, luego del ruido que generó en redes, el foro sobre Racismo sí fue realizado, ya no por CONAPRED sino por la organización Racismo MX y el discurso discriminatorio del comediante fue confrontado públicamente de una manera bastante didáctica y accesible para audiencias no convencidas. Es decir que gracias a la indignación generada por la primera versión del evento -organizada por CONAPRED y luego cancelada por presión social y política- se generó un fenómeno de difusión llamado Efecto Streisand en el que, al percibirse como un intento de censura (aunque no necesariamente lo fuera) dicho intento por cancelarlo llamó la atención y se suscitó un mayor interés en el evento respecto del que inicialmente hubiera tenido y dicho efecto eventualmente se vio multiplicado por las notas de prensa que empezaron a dar cobertura al suceso.
En resumen: No podemos saber con certeza si lo que quería CONAPRED era provocar el ruido y expectativa que se desató o simplemente llegar a una audiencia no sensibilizada gracias a la invitación al comediante. Pero considerando la selección de panelistas, podemos notar que dicho foro tenía como objetivo ser visto por gente fuera de la cámara de eco de CONAPRED (es decir,más allá de la gente que ya simpatiza con la idea de identificar y combatir la discriminación). La apuesta fue muy arriesgada para una institución y hubiera fracasado del todo de no ser por la oportuna intervención de Racismo MX que retomó la idea y formato, luego de que el experimento se le saliera de las manos a CONAPRED.
Si alguna lección se puede aprender de todo esto es que salirse de la cámara de eco es una experiencia dura, difícil y riesgosa, pero aún necesaria. Si realmente queremos arriesgarnos a comunicar más allá de la cámara de eco y romper un poco la burbuja ideológica, es necesario abandonar cierta zona de comodidad en la manera de comunicar. Pero tampoco se trata de lanzarnos a lo tonto a buscar “hacer ruido” y generar polémica sino de planear una estrategia que pueda conocer, prever, provocar y aprovechar las reacciones de una audiencia.
Algo que nos puede ayudar a hacerlo de la mejor manera es el ir perfilando distintos tipos de audiencia a partir de: hábitos de consumo de medios, datos socioeconómicos, posturas sobre ciertos temas, datos que podemos obtener a partir de la analítica digital de nuestro sitio web, perfil de Twitter, Fanpage o perfil de Instagram, etc. A partir de ello, hacer ejercicios para intentar entender cómo sienten y piensan estas audiencias para generar mensajes con los que puedan conectar, así no sean los clásicos y muy correctos mensajes institucionales.
Por todo esto, proponemos el reto de generar estrategias para romper la cámara de eco y hablarle a la gente-por-convencer. Después de todo, quienes más necesitan escuchar sobre la importancia de combatir el racismo son justamente las personas habituadas a consumir sin cuestionar contenidos con una alta carga de racismo. Lo mismo puede aplicar en las causas que tienen que ver con la población LGBT.
Más que nunca, hay que adaptarse y poner más atención a las posibilidades de lo digital
Algo muy característico de las poblaciones LGBTTTIQ+, activistas o no, es su capacidad de adaptarse y ser resilientes en contextos adversos.
Sin embargo, a veces, la abundancia de problemas urgentes, las propias experiencias de vida de las personas activistas y otros factores pueden hacer que algunos activismos se anclen demasiado a ciertas ideas de cómo debe ser el cambio social y pierdan de vista el momento y necesidades específicas y que otros tantos se dejen llevar por filias y fobias personales. Mucha crítica se ha hecho dentro de los activismos LGBTTTIQ sobre cómo algunas exigencias han acaparado el foco de las luchas, dejando en segundo plano las necesidades de ciertas poblaciones dentro del mismo arcoiris. Lo cierto es que en este sentido, no hay activismos 100% objetivos y que no respondan de acuerdo a los contextos y necesidades en una escala que va de lo más local hasta lo regional.
El reto que proponemos está en poder construir consensos y colaboraciones entre activistas y organizaciones (¡y no solamente de la causa LGBTTTIQ+, pensemos en grande!) que tengan en cuenta tanto las visiones y necesidades en lo local e inmediato, pero que también puedan ser compatibles con estrategias de largo aliento en toda la región sin generar un efecto de “desgaste”. En todo esto, las herramientas digitales en verdad pueden abrirnos muchísimas posibilidades.
Todo esto es especialmente importante en el contexto de una pandemia de escala global como el COVID19 que nos ha obligado como nunca a hacer uso de las herramientas digitales para seguir haciendo activismo, así como del no-tan-reciente resurgimiento de grupos antiderechos, que activamente tratan de denostar y precarizar el activismo LGBT incluso a través de difundir bulos, mentiras y verdades a medias para azuzar y manipular las emociones negativas y prejuicios de siempre.