De Emilia Pérez a Johanne Sacreblú: Reflexiones sobre cómo transformar una narrativa de espectáculo a una de derechos humanos
Empecemos por admitir algo: la comunicación estrictamente enfocada en la promoción y defensa de los derechos humanos no suele ser popular. Al menos, no la comunicación estrictamente de organizaciones de derechos humanos y no popular en el sentido de que pueda volverse fácilmente el tema de moda del momento. Y, hasta cierto punto, es entendible: En muchos casos, hablar de derechos humanos implica hablar de injusticias y de un panorama con frecuencia frustrante y que deriva en emociones poco placenteras. En contraste, la comunicación “pop” parece estar llena de contenido positivo y entretenido: chismes de celebridades y del mundo del entretenimiento, videos virales entretenidos y los memes del momento que, aunque nos hacen reír, no siempre contribuyen a hacer un cambio positivo en el mundo; algunos incluso pueden reforzar estereotipos dañinos o mensajes antiderechos.
¿Se puede volver mainstream el discurso de los derechos humanos?
Si aceptamos que un discurso derechohumanero en el mainstream no existe bajo la forma de un comunicado o manifiesto político, sino de una historia, quizá sea algo que ocurre más seguido de lo que solemos apreciar. Por eso vale la pena analizar aquellos casos, aquellas historias, en que ha sido posible llevar temas de derechos humanos a espacios mediáticos más amplios.
¿Qué es Johanne Sacreblú y qué tiene que ver con la comunicación de los derechos humanos?
Johanne Sacreblú es un cortometraje parodia en respuesta a la criticada película Emilia Pérez. La idea detrás de esta iniciativa inició como una serie de videos mordaces que criticaban los tropos racistas sobre México y los sesgos transfóbicos de la película, pero pronto se volvió una propuesta “seria”, cuando la directora trans mexicana Camila Aurora lanzó una campaña de fondeo para filmar una respuesta en formato cortometraje.
Pero más que hablar del cortometraje como producto, preferimos entenderlo como un fenómeno mediático de comunicación por los derechos humanos. Es decir, si tuviéramos que definir el fenómeno Johanne Sacreblú podríamos decir que es un ejemplo de cómo tomar un tema popular y de tendencia (en este caso, el estreno de la película Emilia Pérez y todo el ciclo de noticias relacionado con sus tropos estigmatizantes y sus nominaciones a los Premios Oscar) para generar una respuesta que resuene con las audiencias expuestas a ese ciclo de noticias, y a partir de ahí, posicionar una narrativa alternativa que permita llegar a audiencias a las que esos discursos normalmente no les llegarían. En este caso, tomar una narrativa de algo que va en la prensa de espectáculos y, a través de la parodia, abrir una conversación sobre estereotipos dañinos en los productos culturales y los derechos humanos. Es decir: Una parodia como forma de activismo.
Obviamente, en el proceso de “saltar al mainstream” el curso de la conversación sufre alteraciones de acuerdo con el tipo de audiencias y espacios en los que se sigue. Muchas veces, esas audiencias no hacen uso de la terminología “correcta” y aún así, a partir de sus intuiciones y capacidades críticas, quizás puedan darse la oportunidad de reflexionar sobre las implicaciones de un producto cultural de moda.
¿Cómo subirse a la tendencia, sin arruinar la vibra?
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Entender el ciclo de noticias primario
En este caso, consideremos como el ciclo de noticias primario aquel en torno al estreno de la película Emilia Pérez y las reacciones del público mexicano. Para entender porqué en México la reacción fue abrumadoramente negativa, van algunos datos:
- Es una historia supuestamente desarrollada en México, con personajes de origen mexicano, hecha por un director francés que no conoce México y que no se tomó la molestia de investigarlo. Y no sólo eso, sino que declaró que no necesitó hacerlo, pues ya sabía lo que necesitaba para su historia. El mensaje del director que llegó a las audiencias mexicanas fue más o menos: “No necesito conocerte para contar una historia sobre ti”.
- El director también declaró que no casteó a actrices mexicanas en los protagónicos, porque no consideró que hubiera actrices mexicanas con el suficiente talento. De nuevo, el mensaje que recibieron las audiencias mexicanas fue: “No hay suficiente talento en México y no necesito personas mexicanas para contar mi historia sobre México”
- Tanto el guión como la interpretación de los diálogos por parte de las actrices protagónicas están muy lejos de parecerse al español mexicano, lo que provocó tanto burlas como molestia en audiencias mexicanas.
- Para algunas audiencias también fue problemático el abordaje de los temas: la experiencia de las personas trans, la desaparición forzada en México y las familias en búsqueda de sus seres queridos y la migración mexicana en EEUU. Y de esta audiencia, pese a que probablemente no era la mayoritaria en México, surgió la respuesta.
Entonces, ya se esbozaba una audiencia potencial: muchas personas que se habían enganchado con el ciclo noticioso de Emilia Pérez, las problemáticas declaraciones de las actrices y el director y sus históricas 13 nominaciones a los premios Oscar. Y sabíamos además algo sobre sus emociones: no estaban para nada contentas. Predominaba en ellas la incredulidad, el malestar y la burla irónica: ¿Cómo una película tan mala puede estar nominada a tantos premios!
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Dar una respuesta oportuna que resuene con las emociones de la audiencia
El proyecto liderado por la directora Camila Aurora resultó muy atinado por varios motivos, entre los que podemos destacar:
- El timing: Los mames de internet caducan pronto, hay que subirse rápido.
En este caso la línea de tiempo del ciclo de noticias primario ofrece un poco más de tiempo de vida porque se desarrolla en varias etapas que van desde el estreno de Emilia Pérez hasta la fecha de los premios Oscar.
Y esta línea de tiempo admite coberturas noticiosas en torno a temas estrechamente relacionados como las desafortunadas declaraciones del director y las actrices.
- Para subirse al mame, hay que entender seguir el mame.
La escucha a las audiencias y sus reacciones ante el ciclo de noticias primario, fue un elemento crucial para entender sus malestares y reacciones y con eso como insumo, generar una respuesta que se sintiera orgánica y que resonara con la bronca emocional de las audiencias.
- No darse un tiro en el pie
Mucha de la antipatía por la película se canalizó a Karla Sofía Gascón, la actriz trans española que coprotagoniza Emilia Pérez. Camila Aurora, la directora de Johanne Sacreblu, que al igual que Karla Sofía Gascón es una mujer trans, tenía claro que era muy importante generar una respuesta que reflejara el enojo y la indignación por el injusto retrato de México, la desaparición forzada y la experiencia trans, sin incurrir ni reforzar discursos transfóbicos u otros discursos estigmatizantes. Y además hacerlo sin perder de vista su objetivo de entretenimiento.
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Generar un nuevo ciclo de noticias
A veces ocurre que un fenómeno mediático y cultural “destapa” una conversación que usualmente está relegada a unos pocos círculos académicos y activistas. Y, aunque esa conversación secundaria quizás no sea tan amplia, al venir “colgada” de un fenómeno de masas, tiene la posibilidad de permear en audiencias mucho más amplias.
Esto confirma que no siempre una respuesta seria y directa es la manera más eficaz de transmitir una narrativa alternativa. ¿Hubiera funcionado igual una respuesta que, en lugar de ser una comedia intencionalmente tonta y llena de cringe, fuera una cátedra académica y políticamente correcta sobre por qué los estereotipos en la película Emilia Pérez son dañinos? Seguramente no, al menos, no con esta escala de alcance mediático.
Por eso, más que centrarnos en Johanne Sacreblú como un producto cinemátográfico, podemos centrarnos en su potencial para introducir una influencia crítica y positiva en la conversación sobre medios de comunicación, productos culturales, racismo y otras formas de discriminación que empiezan por presentarnos caricaturas distorsionadas de las experiencias de personas reales.
Por lo pronto, la directora de Johanne Sacreblu ha hecho su parte y ha tenido importantes apariciones en medios, explicando el porqué de su proyecto y cómo Emilia Pérez retrata de maneras injustas y problemáticas a las personas mexicanas, a las trans y a las familias de víctimas de desaparición forzada. Y aunque tenemos algunas dudas sobre qué tanto el proyecto Johanne Sacreblú va a poder sacar partido y posicionar los temas de derechos humanos, creemos que es una tarea que no les corresponde únicamente a ellas, sino que es tarea del ecosistema de comunicadoraes por los derechos humanos seguir hablando de los temas que esta sátira nos ayudó a poner sobre la mesa.