La relación entre la música y el activismo social es estrecha y estratégica. Existen himnos que han sonorizado luchas sociales y que trascienden su generación manteniéndose vigente musical y socialmente.

Lennon y Marley le dieron voz y eco a demandas cívicas que siguen vigentes, bandas como los Sex Pistols o Rage Against the Machine marcaron el tono activista de su generación, Calle 13 y Natalia Lafourcade han acercado a sus públicos a algunas luchas sociales, recientes compositoras latinoamericanas como Ana Tijoux o Rebeca Lane buscan generar narrativas feministas y desde Cali Jota Ramos concibió una banda con misión activista Haga que Pase.

Muchos artistas se han sumado a movimientos y causas sociales componiendo canciones temáticas y creando videos musicales a favor de la causa o fortaleciendo el carácter del movimiento mismo. Y también existe música, en formato jingle en muchos casos, que está compuesta y producida ex profeso para apoyar un movimiento social e inclusive diseñada como parte de una campaña.

Desde una mirada infoactivista, la música es un medio de comunicación más que si se utiliza estratégicamente tiene el potencial para llevar un conjunto de mensajes, emociones y hasta información de una manera muy íntima a una audiencia clave.

A medida que se identifica así la música en el activismo es necesario que esta sea compuesta y ejecutada con base en una intencionalidad de impacto social establecido. 

Por ejemplo, una canción puede servir para dar a conocer una problemática, para informar sobre los componentes de una problemática, para narrar el impacto que está viviendo la población víctima de un problema o para llamar a un grupo de personas a la movilización. Y si se lanza una canción en un momento estratégico de una campaña, como puede ser al inicio buscando posicionamiento o posteriormente en la fase de llamado a la acción, debería poder ampliar el impacto en su público.

Revisando la música asociada a causas sociales es importante notar que aquellos himnos que tanto nos han influenciado no son acciones infoactivistas puesto que no tuvieron la intencionalidad de impacto social en su concepción.

Son expresiones artísticas y sociales compuestas por artistas que lograron generar los tonos y mensajes de alta resonancia social que posteriormente fueron adoptados por movimientos sociales y acciones de comunicación de diversas causas.

Existen dos ejemplos icónicos de música creada y producida con la intención de generar impactos específicos en su audiencia. Uno es la canción y video musical “We are the world” en donde decenas de estrellas del pop ochentero se reúnen para darle vida a un esfuerzo de ayuda humanitaria estadounidense para África.

Esa canción estratégicamente elaborada y producida para lograr posicionar la causa, sensibilizar a la audiencia sobre la problemática de la hambruna en África y mostrar cómo los ídolos populares del occidente se sumaban a la causa.

Años después, la estrategia se repitió durante la guerra de los balcanes cuando U2 y Pavarotti se unen para cantar la canción Miss Sarajevo que acompañado de un emotivo video buscó generar un posicionamiento popular entre sus audiencias en contra de la guerra de los balcanes y la exigencia de la intervención de fuerzas internacionales en el conflicto.

En épocas recientes podemos recordar el video de Miley Cyrus en apoyo al movimiento Occupy, que además de popularizar la causa le sirvió para diversificar su propio público llegando a poperos más rebeldes.

En México, la compilación de músicos por Ayotzinapa generó canciones como “Verte Regresar” de Belafonte Sensacional & Paulina Lasa que han acompañado marchas y mensajes que buscan mantener a parte de la sociedad sensible e indignada.

Y así como la rapera Sophia Ashraf encabezó con un video musical para visibilizar el daño que Unilever generó en cientos de familias en India y la movilización popular lograra que las familias afectadas tuvieran compensación económica en India, hay decenas de canciones que no tuvieron efectividad para su causa (¿alguien recuerda la rola de Café Tacuba en apoyo de Wirikuta?).

Componer música para lograr impactos específicos es una tarea compleja, que muchas veces es más cercana a destrezas de compositores de jingles (música para comerciales) que de nuestros ídolos de la música.

Al analizar las distintas etapas del activismo en contra del tratado del transpacífico (TPP) surgen tres canciones muy interesantes. Una es NO al TPP de Ana Tijoux en apoyo a las acciones de #NoTPP en Chile. Otra es Stop TPP impulsada por la ONG Consumers International basándose en una tonada clásica de los Jackson Five. Y finalmente está TPP lanzada por Consumers International también buscando explicar y generar una posición en contra del TPP aprovechando una tonada extremadamente pegajosa, elocuentes rimas informativas y una animación muy didáctica (se recomienda ver la versión japonesa primero).

La música en una campaña debe de ser efectiva. La audiencia objetivo debe de comprender y apropiarse de la tonada, la letra y los símbolos al grado que se mantenga en su cabeza y se tararee en la ducha. La canción “Dumb Ways to Die” elaborada para un programa de prevención de accidentes de tren en Australia ha logrado una trascendencia tal que además de hacer a cualquier problema tararear, la campaña se ha replicado en decenas de ciudades por todo el mundo y se ha vuelto parte de la cultura popular digital con cientos de remixes en YouTube, merchandise de los personajes de la campaña y dos apps de juegos con millones de descargas.

Nota: Este post es la síntesis de un taller de SocialTIC impartido en conjunto con El Poder del Consumidor en la Escuela De Rock. la presentación usada en el taller. 

Muchas gracias al equipo de Fósforo por su input joven 🙂